Hace poco rodó, con poca fortuna, la propuesta de un directivo de Millonarios de devolver las estrellas conseguidas con dineros del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha. La idea fue tema durante toda la semana y encontró algunas voces a favor y enormes griterías en contra, particularmente de los hinchas de fútbol que consideraban irrespetuoso olvidar el trabajo de jugadores y cuerpo técnico por ganar en la cancha los partidos disputados. Igualmente, otros apuntaron que muchos clubes más, como Nacional y América, también deberían devolver estrellas y hasta Copas Libertadores. Otros insistieron en que si eso se daba, habría que exigir la devolución de reinados de belleza, alcaldías, gobernaciones y hasta la presidencia de Samper. Al final, sólo quedó el escándalo y la supuesta indignación de los hinchas a quienes les iban a quitar lo ganado. Desde luego, todo quedó igual.
He ahí la lección que aprenderán las nuevas generaciones. No importa si lo que gano lo hago infringiendo la ley, asesinando gente, llenando de veneno los cuerpos y las mentes de la juventud; puedo taparme en todas las ganancias ilegales del mundo, que algún día todo será olvidado o, peor, nadie querrá recordarlo y será como la famosa frase del comediante: deje así. Entonces, sobre la sangre de mis víctimas, lo que obtuve ilegalmente será legal y nadie, ni siquiera a quienes les arrebaté la vida y la dignidad, se atreverán a reclamarme pero ya no por miedo a mi crueldad sino por la desidia que ha caracterizado al pueblo colombiano desde siempre.
Pobres mentes las que decían con tono burlón: "Si Millonarios devuelve las estrellas, que las reinas devuelvan las coronas y Samper la presidencia". Ingenuos que le abren la billetera al ladrón. Pues claro que hay que exigir que devuelvan lo robado! Desde luego que hay que reclamarle al señor Samper que responda por la ilegalidad de su elección, que devuelva los privilegios que obtuvo de manera delictiva y que pida perdón por su canallada. Por supuesto que hay que borrar de los anales de esos ridículos reinados las huellas de los traquetos (lo ideal sería eliminar del todo esa afrenta a la dignidad femenina, pero ya sabemos cómo somos). Y no debe olvidarse nunca el interminable listado de víctimas que nos dejaron esos criminales que compraban títulos de fútbol para que el pueblo celebrara entre los charcos de sangre.
Con qué cara le van a exigir a los paramilitares que devuelvan las tierras a sus víctimas? O a los Nule (y tantos criminales de cuello blanco) que regresen lo robado? Aquí nos enorgullecemos de nuestros hurtos, lo demuestran claramente los hinchas que prefieren tener muchas estrellas ensangrentadas a pocas honestas. Lo ilegalmente obtenido, quedó demostrado por la ciega voluntad de un pueblo acostumbrado al crimen, no se reclama, se olvida para que se cumpla lo escrito por García Márquez: En Colombia no hay una sola fortuna que no tenga a la espalda un burro muerto.
Volveremos a ver niños disparando armas para ser los nuevos Mexicanos y Escobares; y matarán hermanos para ganar partidos de fútbol, reinas polichinelas, ejércitos paramilitares y presidentes corruptos; y cuando alguien se digne reclamarles, se reirán a carcajadas mientras el pueblo colombiano rebuzna la ortografía de la palabra dignidad.
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