30 may 2012

Música joven

Hace poco asistí al concierto más variado de la historia. Se inició con Tchaikovsky, siguió con el Bunde Tolimense, luego el Joe Arroyo y remato con los Beatles y Queen. Después, tocó Apocalyptica, la banda de metal sinfónico que, como es sabido, se hizo famosa tocando la música de Metallica con violoncellos.
     Pero no voy a hablar del concierto de los finlandeses, que estuvo muy bueno y parecía que Thor había salido con los primos a rockear, sino de la agrupación telonera, la que mezcló música colombiana con clásica con rock, pues fue una agradable sorpresa: se trataba de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Siloé. Se trata de una apuesta de la Fundación Sidoc, la Fundación Arboledas y el Club Rotario de Cali, quienes han organizado a más de 150 niños de una zona vulnerable de la ciudad de Cali. 
     Debo decir que, aparte de la ausencia de humo de marihuana, el concierto no distó de cualquier evento rockero de Colombia. Jóvenes mechudos, camisetas negras (la mía era la única del Hombre Araña) y ganas de gritar y saltar. Cuando salió la Orquesta Sinfónica Infantil, tuve mis dudas. Cómo reaccionarían los muchachos que querían escuchar metal ante la música colombiana en violines? La respuesta del público fue la que correspondía: aplaudieron honesta y fuertemente a los niños, no por niños, sino por músicos; se entusiasmaron y aplaudieron al reconocer la música de su terruño (algún fanático, al terminar el Bunde Tolimense, gritó "Tolima Campeón"). El joven que presentó a la orquesta dijo que habían decidido traer a los niños en lugar de una banda metal local para visivilizarlos, para mostrar su trabajo y su música; y concluyó con un lugar común pero no por ello menos válido: que la mano que toca un instrumento jamás empuñará un arma. El público, metalero, mechudo y de negro, aplaudió su iniciativa.
     A mí siempre me reclaman que no hago sino quejarme por todo. Pues bien, esto es algo que aplaudo. No sólo el hecho de que de las entrañas de un barrio estigmatizado de una ciudad compleja nazca una generación de niños tocando música clásica, sino que su esperanza se difunda y se haga conocer en los pocos espacios grandes que se presentan en la ciudad. Eso es lo que queremos y aplaudimos en Cali y en Colombia: niños que toquen violines, que pinten cuadros, que escriban cuentos; no niños que quieran ser traquetos de televisión o animales reggueatoneros. Éstos son los verdaderos talentosos que deberían salir por las cadenas nacionales como ejemplo de la juventud, y éstas son las iniciativas que deben multiplicarse en todo el país. Aún a riesgo de volver al lugar común, el arte y la educación son el verdadero futuro de nuestros jóvenes.

5 may 2012

Geografía del infierno

Según Dante Alighieri y su maravilloso libro, La Comedia, que luego fue tildada de divina, el infierno es un cono invertido que se interna en lo profundo de la tierra. Hay nueve círculos, y aunque el sufrimiento es igual, los primeros son los menos terribles, pues la culpa y el pecado son menos graves. En otras palabras, entre más hondo está uno, peor es su daño a los demás y el castigo recibido.
     En el primer círculo, por ejemplo, se halla el limbo, donde van a dar los justos que, como nacieron antes de Jesús de Nazareth, no tuvieron la suerte de ser salvados. Allí no sufren, pero se aburren mucho, como en un mal partido de fútbol. Luego, se complica la cosa. Los siguientes círculos purgan la debilidad de la carne, como la lujuria y la gula. Después vienen pecados más graves como la herejía (allá iré yo a templar), la violencia y el fraude. Y en el noveno círculo, el peor de todos, el que fue considerado por Dante como el pecado más atroz: la traición. En el centro de este círculo y del mundo mismo, la Judeca, está el propio Satán Trimegisto (de tres rostros). Se trata de un lago de hielo en el que sufren los condenados. Entre más cerca está uno de Satanás, peor es su culpa. El demonio mismo está devorando con sus tres bocas a los tres más grandes traidores de la humanidad: Judas, Bruto y Casio.
     Lo que Dante no contó es que hay un décimo círculo en el infierno donde van algunos que cometieron un pecado peor que todos e hicieron aún más daño a la humanidad. Debajo de Satán, donde éste se sienta, en la base de su culo, está el espacio reservado para todos los que escriben libros de superación personal.