29 ene 2012

El noticiero del futuro

Me he vuelto clarividente y voy a predecir el futuro: El próximo noticiero que usted vea abrirá con la imagen de un atraco, preferiblemente con balacera, en un establecimiento público; el video será impresionante y grabado con alguna cámara de seguridad. Luego, inundaciones, desplazamientos, desalojos, accidentes o alguna de las múltiples tragedias del país; las imágenes y los testimonios de las víctimas darán ganas de llorar. Minutos después, el escándalo callejero de turno y sus secuelas, un niño secuestrado, una mujer golpeada, unos padres abusadores, etc; secundado por declaraciones de autoridades comprometiéndose a solucionar ese flagelo. Seguirá la infaltable dosis de violencia protagonizada por guerrillas, bandas criminales o criminales comunes; algún militar dirá pomposos lugares comunes. Posteriormente, las enriquecedoras secciones sobre salud, economía familiar, civismo o cualquiera de esos temas. De ahí se pasará a lo que todos esperamos, los goles del torneo local, el torneo internacional del momento, la liga española y cualquier partido donde juegue algún colombiano; incluidas las sosas y predecibles entrevistas a jugadores y técnicos. Cuando se tenga la mayor audiencia, se hará el profundo análisis político y sociológico del senador que se durmió en su silla, la falda que se puso tal congresista o el chiste de turno de alguno de los tantos lagartos de nuestro zoológico político. Para cerrar con broche de oro, dos reinas de belleza de minifalda y silicona nos hablarán de Shakira, de un par de actores de televisión o idiotas de reality, y dedicarán los últimos minutos del noticiero a publicitar la más reciente telenovela del canal.
     Y nadie nos dirá las noticias reales, las que revelen la horrible corrupción de nuestra clase dirigente y nos despierte del letargo en que yacemos; pero todos estaremos informados.

12 ene 2012

El rico y el pobre

He podido viajar un poco por Colombia. A veces voy a los destinos tradicionales y fiesteros de playa y rumba, a veces bailo en los carnavales entre pintura y folclor, y a veces me sumerjo en algunas poblaciones escondidas que apenas aparecen en los mapas y la memoria de los compatriotas. Allí; en esas poblaciones palafíticas, arrinconadas en la selva, con pisos de madera y techos de hojas; he visto otros turistas más ignorantes que yo hablar de la pobreza de esas personas.
     Entonces miro bien a esos niños que juegan felices en el barro sin necesidad de un Transformer, o nadan libres en un río limpio, o cantan rondas que nuestros abuelos olvidaron. Son muy pobres porque carecen de Barbies que les digan el tamaño correcto de su silueta o de carros a control remoto que les enseñen a correr por los prados. Los miro comer de lo que da la naturaleza a su alrededor, frutas cuyos nombres son ignorados por los ricos, pescados sazonados de maneras que los chefs desconocen. Me da lástima de ellos que no pueden comer las delicias de la civilización como hamburguesas, perros y frituras que, por costar más dinero, tienen que ser más saludables. Veo esas personas jugando dominó y escuchando música y entiendo que son pobres porque no tienen un blackberry, un televisor pantalla plana o unos zapatos de marca.
     Recuerdo a ciertos conocidos de la ciudad que trabajan catorce horas diarias para pagar un carro gigantesco que no necesitan pero del que deben alardear. Algunos ven más a sus jefes que a sus hijos. Otros empeñan el sueldo en el smartphone de moda porque no pueden ser menos que sus compañeros. Son ricos esclavos de quienes venden ropa de marca y, aunque pagan trescientos mil pesos por una camisa, no leen un libro de veinte mil pesos ni regalado y difícilmente se ven con sus amigos que no le cobran el abrazo.
     Me pregunto, quiénes son los verdaderos ricos y los verdaderos pobres?