23 ene 2010

Más bajo no se puede

Como no veo televisión, porque no hay nada que ver, la noticia me cogió fuera de base. Escuché por ahí que iban a hacer una telenovela basada en la vida de Marvel. Desde luego, entendí Marvel Moreno, la escritora barranquillera, quien tuvo una vida interesante y se relacionó con la crema y nata del Grupo de Barranquilla y el Boom Latinoamericano. No se me hizo tan raro, ya antes habían hecho series inspiradas en vida y obra de personajes como Rafael Escalona, José Barros y César Rincón. También hubo telenovelas basadas en libros de Vargas Llosa, García Márquez y varios autores más. Enorme y triste fue mi sorpresa cuando supe que no se trataba de la historia de Marvel Moreno sino de Marbelle, la supuesta cantante y actriz emblema del mal gusto y de un dizque género musical que no existe.
     Más bajo no podemos caer. Habrá algún escaño más deplorable para nuestra televisión y nuestra sociedad? No será suficiente con la invasión de traquetos que lo único que consiguen es reforzar los estereotipos negativos y la ambición por el dinero fácil de nuestra juventud? La caja boba, embrutecedora, definitivamente muestra un nulo respeto por el televidente. Lo único que le interesa a los magnates de los medios (que son dueños de todo el país) es vender sus productos y aplicar la dosis de idiotez para mantener manejables a las masas. No importa que los niños tengan a delincuentes por héroes, no importa que las niñas piensen que lo único importante es tener un cuerpo voluptuoso y un marido con plata (legal o ilegal), lo único que le interesa a los medios es vender su basura a un público tan atontado que la compre sin pensar.
     Pero todo tiene solución y en nuestro caso es muy sencilla. Apaguemos el televisor, tan simple como eso. Los más afortunados pueden darse el lujo de sintonizar canales extranjeros (los buenos, que porquerías hay en todas partes). Pero todos tenemos, literalmente, el control en la mano. Simplemente apaguemos esa caja idiota y compartamos con nuestra familia, salgamos a caminar o leamos un buen libro.
     Sólo entonces, cuando mostremos a los dueños de los medios que el poder lo tenemos nosotros y que no tragamos basura, dejarán de tratarnos como el público alienado e inculto que parecemos.

15 ene 2010

La mirada del turista


Hay algo malsano en el ojo del visitante, común a todos los turistas de todas las naciones: la pobreza es pintoresca. Las casas palafíticas, los ranchos de paja, las aguateras y los burros se ven bien en las placas fotográficas del viajero como paisajes exóticos, paradisíacos, testigos de un pasado lejano. Pero las comunidades que viven en el desamparo, sin urbanización ni servicios, sin transporte ni puestos de salud, no gozan de exotismo sino que padecen de miseria. El turista lleva dinero y curiosidad y cree que los nativos son otra raza, una creada para su divertimento. Suele juzgar desde su mirada colonizadora y citadina y muy rara vez se adentra en las costumbres de los pueblos o pretende desentrañar los misterios de sus sociedades. Normalmente los turistas van a un safari por lo extraño con casa de fieras y diversión prepagada, y dejan un par de billetes que más parecen la soldada de un maromero que un pago por servicios prestados. Ese turismo enajenante no crea progreso ni riqueza ni nación; llenará las arcas de algunas agencias, sin duda, pero los pueblos visitados, es decir explotados, mostrados como fenómenos de circo seguirán en la miseria porque eso es lo pintoresco, lo que vende.