25 ago 2012

Vallenato comercial

Uno de los primeros "jingles" o tonadas comerciales que se hicieron en el país fue un vallenato. Lo compuso el talentoso Guillermo Buitrago para un ron de la licorera Vinola. Como es fácil de suponer, lo que originalmente era un estribillo para cantar en vivo en la cabina de radio y hacer publicidad al citado ron se convirtió en uno de los mayores éxitos de este artista: el Ron de Vinola.
     Pero no es el único caso en el que la música del Valle de Upar se ha prestado para una mención publicitaria. En realidad, no se trata de hacer una propaganda pagada, sino de menciones a productos de la vida cotidiana. Rafael Escalona tiene dos notables; en el primero, hace alarde de un analgésico que, lamentablemente, no puede aliviarlo: "Yo pensé que un Mejoral podía curarme este gran dolor, pero qué me iba a curar si es una pena de amor". La canción fue tan popular que la famosa pastilla trató de comprársela para publicidad, pero el maestro Escalona nunca accedió. De la misma manera, una famosa marca de carros es protagonista del canto en que el compositor narra las aventuras amorosas de un compadre suyo: "Tengo un chevrolito que compré pa' ir a Maracaibo a negociar, un puestecito 'alante te aparté y el que me pida un cupo va pa'tras"
     Y si de carros se trata, Leandro Díaz, el autor de Matilde Lina y La Diosa Coronada, no se queda rezagado. Le hace competencia a Escalona con otra marca de automóviles: "La Ford modelo llegó a Tocaimo, en camioneta sí se anda suave. No se preocupe por el pasaje que yo el pasaje se lo regalo". A lo mejor los juglares tenían arreglo con esa fábrica, porque Juancho Polo Valencia también canta: "comprarme un carro Ford y visitar a las muchachas"; y el mismo Escalona quiere un auto de esa marca en El Carro Ford: "Como yo no tomo ron quiero mi trago en moneda pa'comprarme un carro Ford que vuele en la carretera".
     Por supuesto, uno de los rubros que más dinero y música mueve en el Valle es el licor. Aparte del extinto ron de Vinola, el whisky Old Parr es una de las bebidas más consumidas, tanto que no es nuevo el chiste del Valle de Old Parr. Antes de la famosa canción de Silvestre Dangong "Diez mil litros de Old Parr", ya Julio Oñate Martínez había escrito un canto en el que describe cómo necesitaba un préstamo y había que ablandar al gerente del banco. Cómo convencerlo? Pues con el famoso whisky: "No es santo pero me hace el milagro, yo todo lo arreglo con el Old Parr". Y, a propósito de bancos, de nuevo hay que citar a Rafael Escalona cuando menciona en "Señor Gerente" a la Caja Agraria: "El gerente me contestó : no te preocupes, Rafael, la Caja te lo arregla bien, para eso soy gerente yo".
     Algún día la publicidad nacional deberá brindar un homenaje a estos pioneros de los "jingles" colombianos.

11 ago 2012

Los héroes en Colombia sí existen.

Me imagino el cuadro: Una niña en Medellín ve por quincuagésima vez a Mariana Pajón ganar la medalla de oro y quiere salir en su monareta a saltar los huecos del barrio para soñar con una olimpiada. No muchas cuadras más allá, un niño consigue la ansiada figurita de un narcotraficante que le hace falta para llenar página y la pega entusiasmado en su álbum sobre Pablo Escobar.
     Esos son los héroes que tiene Colombia: los verdaderos, como María Isabel Urrutia, Manuel Elkin Patarroyo o Gabriel García Márquez, quienes dieron sus vidas por causas justas, trabajaron en contra de la pobreza, del prejuicio y a veces del mismo país, y a pesar de todo triunfaron y dedicaron sus logros a la patria contra la que tuvieron que luchar; pero también consideran héroes a delincuentes y asesinos deificados por los medios de comunicación, a reinas de belleza idiotas y manipuladas a quienes quitan y ponen del curubito de la fama, a políticos descarados que roban y manipulan las leyes para hacerse reelegir en su corrupción.
     Y por cada niño que quiere levantar pesas y romper un récord olímpico como Óscar Figueroa hay decenas más que quieren inspirar miedo con una mini uzi como las de los sicarios de la TV. Por cada niña que quiere saltar y ganar una medalla como Catherine Ibarguen hay decenas más que están convencidas de que sin tetas no hay paraíso y que el objetivo de sus vidas es ser objetos sexuales de algún traqueto. Por cada niño que quiere escribir cuentos lindos como los de Jairo Anibal Niño hay decenas que quieren hacer un viaje a USA con coca en la barriga para ganar plata sin trabajar. Por cada niña que quiere tener la voz de Martha Senn hay decenas que quieren tener las nalgas operadas de alguna modelo.
     Con esos héroes nunca tendremos país. Así como imaginé la triste historia de los dos niños en Medellín, quiero imaginar que algún día los colombianos nos levantaremos y nos revelaremos contra esos medios irresponsables, esos políticos corruptos, esas porquerías tan arraigadas desde hace tanto tiempo, y daremos una oportunidad a nuestros jóvenes de crear y vivir en un país digno.