7 nov 2012

Milagro!

Cierta vez, borracho de licor barato, me oriné contra una pared de mi barrio. A la mañana siguiente apareció una figura de la Virgen en la mancha amarillenta. De inmediato, una pequeña romería se formó alrededor del ácido milagro. Yo, agente de la manifestación divina, tomé agua todo el día para calmar el guayabo y vender frasquitos de orina milagrosa a los incautos. Incluso derramaba mi cálida bendición sobre los rostros de los creyentes para salvar sus pecados. Vi en mi misión divina, mi micción divina, mi futuro asegurado: negocio de botellitas amarillas, peregrinaciones turísticas urinarias y un altar multimillonario a mi vejiga. Si hay un Sagrado Corazón, por qué no puede haber una Vejiga Sagrada?
     Lamentablemente, a la semana pasó por la cuadra un indigente con daño estomacal y entre sus heces apareció el Señor. 

17 oct 2012

Malaventurados los ignorantes

A diferencia de otros artículos que escribo con evidente rencor y amargura, éste lo escribo con tristeza. Todo mundo sabe, hasta los más ignorantes, que la educación es la clave para salir de la miseria. Una persona, un ciudadano, un pueblo educado no se deja manipular por políticos corruptos, milicias asesinas o predicadores mentirosos. El niño más pequeño, si ha sido bien educado desde su casa, no necesitará drogas, zapatos de moda o amigos pandilleros para sentirse bien consigo mismo. Y un ciudadano educado no venderá su voto o se quedará encerrado el día de elecciones porque crea que eso no es con él.
     La respuesta es tan obvia, que sería casi imposible pensar que alguien quisiera que los niños no leyeran, pues en los libros está el conocimiento que los hará autónomos y libres. Sin embargo, conozco de primera mano la triste experiencia en que le prohiben los libros a los niños. Adivinan quiénes y por qué? En efecto, alguna religión no quiere que los niños lean. Según ellos, quieren protegerlos de temas para los que no están preparados. Es evidente que lo que quieren es mantenerlos en una ignorancia y temor permanentes para que jamás cuestionen las palabras de su predicador.
     Y lo más triste es que muchas familias, engañadas por estos sepulcros blanqueados, prohiben a sus hijos la lectura, tachan a la ciencia de demoniaca y a la historia de mentirosa. Todos los que piensen distinto del predicador son agentes de Satán y deben ser acallados. Afortunadamente los derechos humanos están por encima de las manipulaciones de las iglesias, de otro modo seríamos muchos los quemados vivos.
     Me da tristeza, lo digo en serio, porque serán generaciones sumidas en la ignorancia y la esclavitud, dedicando su vida y sus esfuerzos no a alabar algún algún dios, como creen, sino a enriquecer a sus amos predicadores mientras ellos extienden generaciones de miseria. Espiritual y de la otra.

14 oct 2012

El olvido que seremos

Hace poco rodó, con poca fortuna, la propuesta de un directivo de Millonarios de devolver las estrellas conseguidas con dineros del narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha. La idea fue tema durante toda la semana y encontró algunas voces a favor y enormes griterías en contra, particularmente de los hinchas de fútbol que consideraban irrespetuoso olvidar el trabajo de jugadores y cuerpo técnico por ganar en la cancha los partidos disputados. Igualmente, otros apuntaron que muchos clubes más, como Nacional y América, también deberían devolver estrellas y hasta Copas Libertadores. Otros insistieron en que si eso se daba, habría que exigir la devolución de reinados de belleza, alcaldías, gobernaciones y hasta la presidencia de Samper. Al final, sólo quedó el escándalo y la supuesta indignación de los hinchas a quienes les iban a quitar lo ganado. Desde luego, todo quedó igual.
     He ahí la lección que aprenderán las nuevas generaciones. No importa si lo que gano lo hago infringiendo la ley, asesinando gente, llenando de veneno los cuerpos y las mentes de la juventud; puedo taparme en todas las ganancias ilegales del mundo, que algún día todo será olvidado o, peor, nadie querrá recordarlo y será como la famosa frase del comediante: deje así. Entonces, sobre la sangre de mis víctimas, lo que obtuve ilegalmente será legal y nadie, ni siquiera a quienes les arrebaté la vida y la dignidad, se atreverán a reclamarme pero ya no por miedo a mi crueldad sino por la desidia que ha caracterizado al pueblo colombiano desde siempre.
     Pobres mentes las que decían con tono burlón: "Si Millonarios devuelve las estrellas, que las reinas devuelvan las coronas y Samper la presidencia". Ingenuos que le abren la billetera al ladrón. Pues claro que hay que exigir que devuelvan lo robado! Desde luego que hay que reclamarle al señor Samper que responda por la ilegalidad de su elección, que devuelva los privilegios que obtuvo de manera delictiva y que pida perdón por su canallada. Por supuesto que hay que borrar de los anales de esos ridículos reinados las huellas de los traquetos (lo ideal sería eliminar del todo esa afrenta a la dignidad femenina, pero ya sabemos cómo somos). Y no debe olvidarse nunca el interminable listado de víctimas que nos dejaron esos criminales que compraban títulos de fútbol para que el pueblo celebrara entre los charcos de sangre.
     Con qué cara le van a exigir a los paramilitares que devuelvan las tierras a sus víctimas? O a los Nule (y tantos criminales de cuello blanco) que regresen lo robado? Aquí nos enorgullecemos de nuestros hurtos, lo demuestran claramente los hinchas que prefieren tener muchas estrellas ensangrentadas a pocas honestas. Lo ilegalmente obtenido, quedó demostrado por la ciega voluntad de un pueblo acostumbrado al crimen, no se reclama, se olvida para que se cumpla lo escrito por García Márquez: En Colombia no hay una sola fortuna que no tenga a la espalda un burro muerto.
     Volveremos a ver niños disparando armas para ser los nuevos Mexicanos y Escobares; y matarán hermanos para ganar partidos de fútbol, reinas polichinelas, ejércitos paramilitares y presidentes corruptos; y cuando alguien se digne reclamarles, se reirán a carcajadas mientras el pueblo colombiano rebuzna la ortografía de la palabra dignidad.

24 sept 2012

Nueva portada de "Ella, mi sueño y el mar".

Con inevitable alegría les presento la nueva carátula de "Ella, mi Sueño y el Mar", realizada por la ilustradora Ana María Gómez Sanclemente, talentosa joven de la Universidad Autónoma de Occidente. Esta nueva edición de mi libro se hace en conjunto con el Programa Editorial de la Universidad del Valle y Caza de Libros.

25 ago 2012

Vallenato comercial

Uno de los primeros "jingles" o tonadas comerciales que se hicieron en el país fue un vallenato. Lo compuso el talentoso Guillermo Buitrago para un ron de la licorera Vinola. Como es fácil de suponer, lo que originalmente era un estribillo para cantar en vivo en la cabina de radio y hacer publicidad al citado ron se convirtió en uno de los mayores éxitos de este artista: el Ron de Vinola.
     Pero no es el único caso en el que la música del Valle de Upar se ha prestado para una mención publicitaria. En realidad, no se trata de hacer una propaganda pagada, sino de menciones a productos de la vida cotidiana. Rafael Escalona tiene dos notables; en el primero, hace alarde de un analgésico que, lamentablemente, no puede aliviarlo: "Yo pensé que un Mejoral podía curarme este gran dolor, pero qué me iba a curar si es una pena de amor". La canción fue tan popular que la famosa pastilla trató de comprársela para publicidad, pero el maestro Escalona nunca accedió. De la misma manera, una famosa marca de carros es protagonista del canto en que el compositor narra las aventuras amorosas de un compadre suyo: "Tengo un chevrolito que compré pa' ir a Maracaibo a negociar, un puestecito 'alante te aparté y el que me pida un cupo va pa'tras"
     Y si de carros se trata, Leandro Díaz, el autor de Matilde Lina y La Diosa Coronada, no se queda rezagado. Le hace competencia a Escalona con otra marca de automóviles: "La Ford modelo llegó a Tocaimo, en camioneta sí se anda suave. No se preocupe por el pasaje que yo el pasaje se lo regalo". A lo mejor los juglares tenían arreglo con esa fábrica, porque Juancho Polo Valencia también canta: "comprarme un carro Ford y visitar a las muchachas"; y el mismo Escalona quiere un auto de esa marca en El Carro Ford: "Como yo no tomo ron quiero mi trago en moneda pa'comprarme un carro Ford que vuele en la carretera".
     Por supuesto, uno de los rubros que más dinero y música mueve en el Valle es el licor. Aparte del extinto ron de Vinola, el whisky Old Parr es una de las bebidas más consumidas, tanto que no es nuevo el chiste del Valle de Old Parr. Antes de la famosa canción de Silvestre Dangong "Diez mil litros de Old Parr", ya Julio Oñate Martínez había escrito un canto en el que describe cómo necesitaba un préstamo y había que ablandar al gerente del banco. Cómo convencerlo? Pues con el famoso whisky: "No es santo pero me hace el milagro, yo todo lo arreglo con el Old Parr". Y, a propósito de bancos, de nuevo hay que citar a Rafael Escalona cuando menciona en "Señor Gerente" a la Caja Agraria: "El gerente me contestó : no te preocupes, Rafael, la Caja te lo arregla bien, para eso soy gerente yo".
     Algún día la publicidad nacional deberá brindar un homenaje a estos pioneros de los "jingles" colombianos.

11 ago 2012

Los héroes en Colombia sí existen.

Me imagino el cuadro: Una niña en Medellín ve por quincuagésima vez a Mariana Pajón ganar la medalla de oro y quiere salir en su monareta a saltar los huecos del barrio para soñar con una olimpiada. No muchas cuadras más allá, un niño consigue la ansiada figurita de un narcotraficante que le hace falta para llenar página y la pega entusiasmado en su álbum sobre Pablo Escobar.
     Esos son los héroes que tiene Colombia: los verdaderos, como María Isabel Urrutia, Manuel Elkin Patarroyo o Gabriel García Márquez, quienes dieron sus vidas por causas justas, trabajaron en contra de la pobreza, del prejuicio y a veces del mismo país, y a pesar de todo triunfaron y dedicaron sus logros a la patria contra la que tuvieron que luchar; pero también consideran héroes a delincuentes y asesinos deificados por los medios de comunicación, a reinas de belleza idiotas y manipuladas a quienes quitan y ponen del curubito de la fama, a políticos descarados que roban y manipulan las leyes para hacerse reelegir en su corrupción.
     Y por cada niño que quiere levantar pesas y romper un récord olímpico como Óscar Figueroa hay decenas más que quieren inspirar miedo con una mini uzi como las de los sicarios de la TV. Por cada niña que quiere saltar y ganar una medalla como Catherine Ibarguen hay decenas más que están convencidas de que sin tetas no hay paraíso y que el objetivo de sus vidas es ser objetos sexuales de algún traqueto. Por cada niño que quiere escribir cuentos lindos como los de Jairo Anibal Niño hay decenas que quieren hacer un viaje a USA con coca en la barriga para ganar plata sin trabajar. Por cada niña que quiere tener la voz de Martha Senn hay decenas que quieren tener las nalgas operadas de alguna modelo.
     Con esos héroes nunca tendremos país. Así como imaginé la triste historia de los dos niños en Medellín, quiero imaginar que algún día los colombianos nos levantaremos y nos revelaremos contra esos medios irresponsables, esos políticos corruptos, esas porquerías tan arraigadas desde hace tanto tiempo, y daremos una oportunidad a nuestros jóvenes de crear y vivir en un país digno.

29 jul 2012

Esperanza olímpica

Reconozco que soy amargado y cínico. Soy un convencido de la maldad innata de la humanidad y espero que mis días alcancen para ver el fin de la historia entre explosiones nucleares o catástrofes ecológicas. Sin embargo, hay breves momentos en los que creo vislumbrar la grandeza del ser humano. Las Olimpiadas son unos de esos momentos. La antorcha olímpica, símbolo de los juegos y su hermandad, representa el fuego que la humanidad lleva en su interior, el espíritu creador y emprendedor. Cada vez que un deportista bate un récord o recibe una medalla, pienso que a lo mejor este planeta aún no está condenado.
     Sin embargo, sé que todo se trata de una pantalla. Como las ceremonias de inauguración, donde hay mucho espectáculo grandilocuente pero todo es prefabricado, el espíritu olímpico que quisiera ver no existe, no más allá de lo que todos quisiéramos ver. Nos imaginamos que en verdad podemos hacer un mundo mejor y cantar "We Are The World" entre vuelo de palomas. Pero en el fondo sabemos que estamos acabando el planeta y matándonos entre nosotros.
     Pero todavía queremos dejar de pensar así. Queremos ver esperanza, así sea la de una llama que recorre el globo para un evento deportivo. Si el mundo fue capaz de engendrar a Gandhi, a Mandela o a Luther King; si es capaz de asombrarse con una llama prefabricada que simboliza la unión, a lo mejor también es capaz de evitar su autodestrucción y de crear un mundo mejor. Incluso si suena tan cursi.

4 jul 2012

Skinhead, dead head


El siguiente texto es una seudo entrevista escrita en 1998 y publicada posteriormente en el periódico La Palabra.

La Osa Mayor se dibuja gigantesca y majestuosa sobre el cielo. En mi natal Colombia sólo se percibe como un susurro en el horizonte. Aquí, en Alemania, la constelación ilumina mi cita con un personaje oscuro. Uno de los controvertidos skinheads, un tristemente célebre cabeza rapada. Yo, sutil tercermundista, voy acompañado de dos amigos germanos que me respaldarán por si al tipo no le gustó el empate del mundial del 90.
     El escenario es un bar como cualquiera del mundo. Al otro lado de la mesa, exactamente frente a nuestras cervezas irlandesas, está el skinhead cumpliendo con el estereotipo: cabeza totalmente rapada, chaqueta de cuero sobre camiseta blanca y cinturón de gruesa hebilla ajustando los jeans que terminan en pesadas botas. Afortunadamente no veo el bate. Espero no verlo en toda la noche.
     La expresión del muchacho no parece violenta. Cualquiera de mis amigos sin cabello se vería igual. Sólo la ironía del saludo revela la densidad del ambiente: “Así que tú eres el periodista?” La conversación se desarrolla en un inglés mixto de fácil confusión, aspecto que aumenta mi nerviosismo. Recuerdo que alguno de los inútiles libros que leí durante mi formación académica decía que el entrevistado siempre está más asustado que el entrevistador. Me armo de un valor actuado para preguntar sus datos personales.
     El joven tiene sólo 20 años, hijo de una familia alemana conservadora, pero pasiva, según explica con cierta amargura. Sin ningún disgusto con sus padres, se rapó la cabeza hace tres años porque considera que intrusos de otros países están arrebatándole las oportunidades de trabajo a los nativos. “Te ha pasado?” pregunto indagando el origen de la rabia que se huele en sus palabras. Dice que no, pero que un amigo no pudo ingresar a la universidad por un turco con mejores evaluaciones. Cualquier persona con habilidades superiores lo hubiera desplazado sin importar su procedencia, trato de explicarle, pero él sigue empeñado en que el puesto de un alemán está ocupado por alguien de otro país. Qué sucedería si fuera un alemán en Turquía? “Quién querría ir a ese país mugriento?” me contesta. De manera suspicaz pregunto si sería capaz de situar a Turquía en un mapa. Su silencio aumenta la rabia.
     El ambiente se ha anudado aún más. Mientras el muchacho se calma, empino mi bebida y le pregunto con evidente doble sentido por qué ha pedido cerveza irlandesa y no alemana. “El nacionalismo no tiene nada que ver con la cerveza”, contesta con la primera sonrisa que le veo. Recuerdo las palabras de un amigo que asegura que el licor resuelve cualquier problema.
     Decido entonces dejar de lado mis propios prejuicios e indagar los motivos que lo llevaron a unirse a los ‘skins’. La xenofobia ultraconservadora que espero encontrar no aparece y en su lugar encuentro un extraño resentimiento hacia lo desconocido que estoy a punto de llamar temor. Su idea de racismo linda más con un regionalismo malsano y con un extraño afán de protagonismo juvenil. El joven asegura que ha encontrado un lugar en su grupo de ‘skins’. Le sugiero inocentemente que se afilie a un club y hasta ahí llega la sonrisa del chico y la tranquilidad del ambiente.
     Por la vía agresiva y rápida el muchacho me recita los preceptos de los cabezas rapadas mientras su índice los subraya frente a mi rostro. Defender la herencia germana, no permitir que extranjeros indeseables se apoderen de su territorio, alejar la penetración cultural, todo esto se resume en una frase que repite casi poéticamente: “Alemania para los alemanes”.
     La irlandesa lo calma un poco. Mis amigos sentados a la mesa no han dicho nada pero se lee en sus ojos un plan para defenderme en caso de emergencia. Ya no estoy asustado, he descubierto el verdadero origen de su secta, el temor. Para confirmarlo procedo a atentar contra su más débil precepto, su formación política. El muchacho no se considera realmente neonazi, apenas entiende la ideología facista y lo único que muestra es un intento, noble según él, de defender su patria.
     “Por qué con la violencia?”, pregunto. “Porque es la única forma de que ellos entiendan que no nos quitarán nuestro lugar en nuestro país”. “Es esa la imagen que quieren tener en el mundo?”. Con una larga perorata (que no entendí completa, lo confieso) explica que no le interesa eso, que sólo quiere que los dejen tranquilos y que no vengan a invadir tierra germana. No sé por qué pienso en Jesse Owens.
     El click de la grabadora interrumpe la conversación y mis amigos me aconsejan en su precario español, que de todas maneras es mucho mejor que mi nulo alemán, el fin de la entrevista. Pregunto, por tirar una última puya, si me considera a mí un enemigo. “No -recupera su sonrisa cervecera- tú eres un turista, tú vienes a dejar tu dinero aquí”. Río en mi interior pensando lo frustrado que se sentiría si supiera mi presupuesto. Me despido con un apretón de manos mientras recuerdo su nombre.
     -Douglas. Ese nombre es de origen inglés –me invento- si todos pusieran en práctica tus ideas te tocaría cambiártelo. Escucho su sardónica sonrisa teutona mientras mis amigos me conducen a la salida del bar. Estoy contento con la charla y la cerveza. He entendido un poco más a estos desadaptados que no difieren mucho de algunos grupos de mi país. Aunque camino tres cuadras más allá de la taberna y ya no escucho el rock alemán, todavía giro mi cabeza mientras pienso en un bate balanceándose.

30 may 2012

Música joven

Hace poco asistí al concierto más variado de la historia. Se inició con Tchaikovsky, siguió con el Bunde Tolimense, luego el Joe Arroyo y remato con los Beatles y Queen. Después, tocó Apocalyptica, la banda de metal sinfónico que, como es sabido, se hizo famosa tocando la música de Metallica con violoncellos.
     Pero no voy a hablar del concierto de los finlandeses, que estuvo muy bueno y parecía que Thor había salido con los primos a rockear, sino de la agrupación telonera, la que mezcló música colombiana con clásica con rock, pues fue una agradable sorpresa: se trataba de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil de Siloé. Se trata de una apuesta de la Fundación Sidoc, la Fundación Arboledas y el Club Rotario de Cali, quienes han organizado a más de 150 niños de una zona vulnerable de la ciudad de Cali. 
     Debo decir que, aparte de la ausencia de humo de marihuana, el concierto no distó de cualquier evento rockero de Colombia. Jóvenes mechudos, camisetas negras (la mía era la única del Hombre Araña) y ganas de gritar y saltar. Cuando salió la Orquesta Sinfónica Infantil, tuve mis dudas. Cómo reaccionarían los muchachos que querían escuchar metal ante la música colombiana en violines? La respuesta del público fue la que correspondía: aplaudieron honesta y fuertemente a los niños, no por niños, sino por músicos; se entusiasmaron y aplaudieron al reconocer la música de su terruño (algún fanático, al terminar el Bunde Tolimense, gritó "Tolima Campeón"). El joven que presentó a la orquesta dijo que habían decidido traer a los niños en lugar de una banda metal local para visivilizarlos, para mostrar su trabajo y su música; y concluyó con un lugar común pero no por ello menos válido: que la mano que toca un instrumento jamás empuñará un arma. El público, metalero, mechudo y de negro, aplaudió su iniciativa.
     A mí siempre me reclaman que no hago sino quejarme por todo. Pues bien, esto es algo que aplaudo. No sólo el hecho de que de las entrañas de un barrio estigmatizado de una ciudad compleja nazca una generación de niños tocando música clásica, sino que su esperanza se difunda y se haga conocer en los pocos espacios grandes que se presentan en la ciudad. Eso es lo que queremos y aplaudimos en Cali y en Colombia: niños que toquen violines, que pinten cuadros, que escriban cuentos; no niños que quieran ser traquetos de televisión o animales reggueatoneros. Éstos son los verdaderos talentosos que deberían salir por las cadenas nacionales como ejemplo de la juventud, y éstas son las iniciativas que deben multiplicarse en todo el país. Aún a riesgo de volver al lugar común, el arte y la educación son el verdadero futuro de nuestros jóvenes.

5 may 2012

Geografía del infierno

Según Dante Alighieri y su maravilloso libro, La Comedia, que luego fue tildada de divina, el infierno es un cono invertido que se interna en lo profundo de la tierra. Hay nueve círculos, y aunque el sufrimiento es igual, los primeros son los menos terribles, pues la culpa y el pecado son menos graves. En otras palabras, entre más hondo está uno, peor es su daño a los demás y el castigo recibido.
     En el primer círculo, por ejemplo, se halla el limbo, donde van a dar los justos que, como nacieron antes de Jesús de Nazareth, no tuvieron la suerte de ser salvados. Allí no sufren, pero se aburren mucho, como en un mal partido de fútbol. Luego, se complica la cosa. Los siguientes círculos purgan la debilidad de la carne, como la lujuria y la gula. Después vienen pecados más graves como la herejía (allá iré yo a templar), la violencia y el fraude. Y en el noveno círculo, el peor de todos, el que fue considerado por Dante como el pecado más atroz: la traición. En el centro de este círculo y del mundo mismo, la Judeca, está el propio Satán Trimegisto (de tres rostros). Se trata de un lago de hielo en el que sufren los condenados. Entre más cerca está uno de Satanás, peor es su culpa. El demonio mismo está devorando con sus tres bocas a los tres más grandes traidores de la humanidad: Judas, Bruto y Casio.
     Lo que Dante no contó es que hay un décimo círculo en el infierno donde van algunos que cometieron un pecado peor que todos e hicieron aún más daño a la humanidad. Debajo de Satán, donde éste se sienta, en la base de su culo, está el espacio reservado para todos los que escriben libros de superación personal. 

14 abr 2012

Los jorobados

Cuando me desperté una mañana después de un sueño intranquilo en el que plagiaba a Kafka, me encontré con un espectáculo apocalíptico. De alguna manera que sólo un cómic podría narrar, el mundo como lo conocía había terminado. La humanidad, que doblegó la naturaleza y mató los dioses, estaba reducida a una raza pedestre y monstruosa. Por las calles que antes vieron pasar carros de bomberos con reinas de belleza y jugadores de fútbol, ahora deambulaban unos seres extraños, jorobados, que no levantaban la mirada y que caminaban como zombies, arrastrando los pies inseguros, y torcían las manos agarrotadas como imitando a un tiranosaurio epiléptico. No hablaban. En lugar de eso, musitaban un gruñido sordo, como de gato perezoso, y, eventualmente, lanzaban una carcajada terrorífica y sin sentido. Me asusté, por supuesto, pues mi imaginario cinematográfico de mala calidad me llevó a las escenas del último sobreviviente devorado por los engendros. Pero, para mi fortuna, ninguno de ellos me vio. No podían verme, pues sus cabezas, doblegadas por el enorme peso de la joroba, no podían alcanzarme. Sus ojos, quizá ciegos, miraban un punto fijo en el vacío intraducible. A lo mejor un holocausto nuclear había destruido la existencia y estos entes eran víctimas de la radiación. Pensé, inevitablemente, que estaba protagonizando la inmortal novela de H. G. Wells, "La Máquina del Tiempo", y que los jorobados eran una suerte de morlocks, despojos de la antigua humanidad, que ya habían acabado sus existencias de jugosos elois. Imaginé el mundo feliz de Huxley y algún fatal error de la fábrica de humanos. Por supuesto, recordé a los X-Men y aventuré la teoría de una nueva raza de mutantes, homo jorobadus, o algo así. 
     Desde luego, la soledad que me ha acompañado desde mi nacimiento me desmoronó. Es desolador vivir en un mundo donde la humanidad ,que partió de un primate que se levantó, irguió su cabeza y miró sobre el horizonte, involuciona en un jorobado, inclinado de nuevo, cuya mirada no alcanza más que el suelo que pisa.
     Entonces me fijé mejor y descubrí con relativa alegría que no habían mutado, no eran víctimas de alguna explosión nuclear o una zombificación involutiva. Los jorobados realmente eran seres humanos normales, como yo, pero estaban inmersos en los chats de sus smartphones.

28 mar 2012

Miss intelecto

Yo sé que algunos van a pensar que escribo esto de mala leche. Juro que no, al menos no mucho. Pero es difícil dejar pasar algunas cosas que, parafraseando a Quino, se escuchan por andar con las orejas puestas. La muchacha recién escogida como reina de belleza de la ciudad de Cali (debería omitir por decencia la ciudad, pero no me aguanto), estudiante de Comunicación Social, para rematar el cliché (yo también soy comunicador, antes de que mi progenitora salga a colación), dijo en sólo dos minutos de entrevista radial tres perlas dignas de ceremonia de coronación:
     Primero: Dijo algo como que estaba segura pero no creía que iba a ganar. A ver? Está segura de que gana pero no sabe si gana? Beneficio de la duda: Estaba segura de sí misma, pero no sabía si ganaría. Bien, se lo valgo.
     Segundo: Afirmó que el tenis es su "hobbie favorito". Anglicismo aparte, si es su hobbie es su favorito, no? Beneficio de la duda, para no ser cacas, a lo mejor tiene varios hobbies y el favorito de todos es el tenis. Listo, se lo valgo.
     Tercero: Cito textualmente "... lo más primordial de todo...". Esa sí no se la valgo, qué pena me da. Si es primordial, es lo más importante, claro; de todo lo demás, obvio. Ese es el pleonasmo extremo, la repetición de la repetidera, si me permiten el lenguaje de reina.
     No es ser mala leche (bueno, acepto que un poquito), ni criticar por joder o por dármelas de linguista sabihondo. Simplemente, me parece triste que haya muchachas que no saben ni hablar y se cifren en un concurso de belleza: pura forma y nada de fondo, muy bonitas y muy huecas. El estereotipo perfecto de la reina de belleza, curvilínea y bruta. Ninguna de mis amigas es así. Son muy bonitas, pero lo más importante, son bellas porque son inteligentes, capaces y emprendedoras. Esas son las mujeres que admiro, las verdaderas reinas y modelos. Aquí deberíamos coronar a las madres cabeza de hogar, las trabajadoras, las empresarias, las escritoras, las científicas, las que de verdad son ejemplo para la juventud. Ellas deberían estar en los titulares de prensa por sus logros en economía, política o poesía; no en una pasarela que parece una exhibicion de ganado. 
     Ya sé que es mucho lugar común, ya sé que parezco un criticón fastidioso (lo soy), ya sé que muchas de las mujeres que lean esto me echarán la madre (a propósito, una vez dije esto mismo y me preguntaron si no era capaz de ver la belleza femenina en mi señora madre. Les dije que la belleza de mi mamá no consistía en curvas ni afeites, sino en la fuerza que tuvo para mantener una familia unida y criar a sus hijos); pero lo que me interesa son las mujeres inteligentes y sabias que también desprecian los modelos femeninos que ofrece esta sociedad.
     Aunque no debería preocuparme. A fin de cuentas, las que adoran los reinados deben estar leyendo la página de Cosmopolitan o algo así....

10 mar 2012

Realidad y ficción

Dos noticias me causaron curiosidad esta semana. No la tradicional retahíla de muertos e indiferencia, sino dos casos que parecen, literalmente, sacados de los cómics que tanto adoro. Por un lado, una localidad brasilera contrata a un tipo que se disfraza como Batman para combatir el delito. Por otro, se hace popular en internet una chica denominada Kotakoti que es idéntica, tanto que asusta, a cualquiera de las heroínas de las historietas japonesas con ojos gigantescos y todo, el mejor estilo manga hecho carne.
     Entre lo curioso y lo ridículo, me queda una duda. Se está resquebrajando la barrera que divide la ficción y la realidad? Es evidente que no, no pretendo con ese comentario insinuar una trama manida de ciencia ficción a lo Michael Ende o A-ha. Sólo que me parece muy peculiar que las personas que deambulan por el mundo en su triste cotidianidad, entre los Corn Flakes y el Mc Donalds, entre el grito del jefe y el grito al subalterno, entre la cuota del carro y la comisión asignada, quieran que personajes de la ficción popular se hagan seres reales, que puedan encontrarse en la calle con Batman o Saori Kido.
     Supongo que ficcionalizar la ficción no es tan nuevo. Disneylandia es un gran ejemplo. Los niños irán a abrazar al Pato Donald y se encontrarán con un pedazo de plástico dentro del cual se cocina un humano mudo y semidesnudo, pero será Donald quien les regale ese instante de fantasiosa felicidad. No hacemos lo mismo los más viejos? Cuando vamos a un museo, no nos tomamos fotos con un pedazo de metal o piedra que recuerda a Borges, Bob Marley o Garrincha? Ellos fueron reales, cierto, pero no en nuestros imaginarios. Allí, son tan ficticios, heroicos y perfectos como Supermán.
     A lo mejor todos estamos hastiados del mundo cotidiano y aburrido. A lo mejor todos deseamos que nos rescate Miguel Strogoff, Sandokán o Iron Man. A lo mejor queremos charlar con Funes el Memorioso y el Barón de Munchausen. A lo mejor necesitamos meternos en un mundo donde los niños vuelen con polvo de hadas o trepen paredes picados por arañas radioactivas. A lo mejor añoramos esa irrealidad que sólo se encuentra en los libros y de la que el mundo exterior nos ha desterrado.

25 feb 2012

Fe de erratas

Con este artículo sí me voy a ganar los enemigos. No es que quiera hacerlo, aunque reconozco que me gusta provocar. De hecho, cuando abrí el blog prometí no hablar de política ni religión. Ya rompí la primera, rompamos la segunda.
     La anécdota es muy sencilla. En estos días charlé un rato con una muchacha muy creyente en su religión. Y aclaro, no es lo mismo la espiritualidad a la creencia en algún dios a la credulidad en alguna religión. Todos tenemos derecho al libre desarrollo de la espiritualidad, a ser creyentes, ateos, agnósticos, santotomases, escépticos, fieles, etc. Creer o no en la existencia de un dios es una cuestión de fe y de filosofía, y eso lo debe resolver cada persona dentro de su individualidad. Incluso, la libertad de cultos, que presupone la existencia de algún ser superior, está garantizada dentro de la sociedad.
     Pero me desvío del punto que quería contar. Esta muchacha, que tiene derecho a su espiritualidad y su libertad de cultos, me aseguraba vehementemente, convencida de que poseía la realidad, que Adán y Eva habían existido, que la segunda había sido hecha de la costilla del primero y, por ende, la mujer era creada para el servicio del hombre, como un apéndice esclavo.
     Siempre nos dicen que hay que respetar las creencias ajenas. Pero una cosa es tolerar a los que piensan que el reggueatón es música, que Maradona fue mejor que Pelé o que Colombia es el mejor vividero del mundo; y otra aguantar a quien, movido por una evidente falencia intelectual, se cree a pies juntillas lo que le dice algún predicador ladrón, y cede sus derechos en una triste y miserable manipulación.
     Según me explicó esta muchacha, el hombre tiene derecho a mandar sobre la mujer y ella debe servirle, pues para eso fue creada. La mujer no puede hablar sin autorización del marido y nunca tendrá la razón si él no está de acuerdo. Ha sido una de las pocas veces que me he quedado sin palabras, no por falta de vocabulario sino porque no podía abrir la boca del asombro y la estupefacción. En verdad, me cuestionaba: hay gente que piense así en pleno siglo XXI? Y cuando le preguntaba por qué pensaba así, la respuesta era muy sencilla: así lo dispuso dios. Por eso, según ella, su predicador y su religión, la evolución es mentira, la tierra sí es el centro del universo y los filósofos, científicos y librepensadores son falsos profetas que sirven al demonio.
     Tan idiotizada (y que vengan los enemigos, pero una cosa es la fe y las dudas existenciales y otra que algún hampón se aproveche de eso) tenían a la pobre, que ni siquiera pudo captar las innumerables veces que le señalé que con sus humildes y trabajados aportes a la iglesia, el predicador cambiaba de narcocamioneta cada año.
     Me perdonarán mis enemigos, pero eso no merece respeto. Esa pobre muchacha lo que merece es educación, que la alejen de atracadores santificados y le abran los ojos sobre sus derechos y la historia de la humanidad. Ese infeliz debería estar pagando cárcel y no comprando joyas con el dinero de los ingenuos. Sé que muchos me maldecirán o, peor aún, me bendecirán y pedirán a algún dios inexistente que me ilumine. Yo prefiero decirles que se iluminen ellos mismos a través de los libros que no afirman tener la verdad pero despiertan conocimiento en quien los lee.

11 feb 2012

La última canción de Whitney Houston

El músico frustrado en mi interior espera dos momentos esenciales: La muerte de Keith Richards y la de Ozzy Osbourne. Ambos, ídolos inmarcesibles, debieron morir hace décadas debido a los abusos dignos de su categoría como estrellas de rock. Sin embargo, ambos están destinados a languidecer entre resacas y exámenes de próstata. Probablemente vivan para no ver mi muerte.
     Sin embargo, hay otros músicos que, sabemos, no morirán jóvenes como los rockeros que conocemos (Janis Joplin, Jim Morrison, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Freddy Mercury, etc.), sino que perdurarán hasta que la edad, que no afectará su voz, les pase la inevitable factura. Jamás veremos envejecer a Madonna, por ejemplo. Pero ya vimos morir a Michael Jackson, y eso nos pone a pensar...
     Hoy muere otra voz que no pertenecía a los mortales. Whitney Houston, casi tan bella como el timbre de su voz, se levantaba más fuerte que el gospel que la inspiraba, y más vibrante que el pop que la hacía reinar sobre las otras divas. Atrás quedaban Patty Labelle, Diana Ross y Aretha Franklin; pues Whitney era  capaz de llevar su alegría desde la esquina más bailable hasta el responso más sagrado. Y ella era la niña buena que trascendería todas las generaciones.
     Y las niñas buenas se juntan con los niños malos. Medio mundo detestó su relación con Bobby Brown, injusto lugar común que sólo sirvió como coyuntura para el horrible mal que acabó con una de las voces más talentosas de la historia: la drogadicción. La niña buena no lo era tanto. La droga la drenó como a tantas otras estrellas de la música. Los que la queríamos, así fuera a través del televisor, sufríamos al verla cada vez más flaca y más diluida. 
     Esa muerte la merecen los rockeros que desbaratan guitarras y adoran a Satán, no las damas maravillosas que encantan al universo con su voz. Pero la droga no respeta nada. Y en el universo de los mitos, lo mismo da ser Janis Joplin o Whitney Houston.
     Quiero creer que Michael Hutchence murió en un orgasmo ahorcado, que Kurt Cobain murió en un verso maldito y de dos acordes, que Freddy Mercury murió en una sonrisa homosexual. Y quisiera creer que Whitney Houston no murió en un abismo de drogas, sino en un arpegio en el que sólo ella era capaz de cantar.

29 ene 2012

El noticiero del futuro

Me he vuelto clarividente y voy a predecir el futuro: El próximo noticiero que usted vea abrirá con la imagen de un atraco, preferiblemente con balacera, en un establecimiento público; el video será impresionante y grabado con alguna cámara de seguridad. Luego, inundaciones, desplazamientos, desalojos, accidentes o alguna de las múltiples tragedias del país; las imágenes y los testimonios de las víctimas darán ganas de llorar. Minutos después, el escándalo callejero de turno y sus secuelas, un niño secuestrado, una mujer golpeada, unos padres abusadores, etc; secundado por declaraciones de autoridades comprometiéndose a solucionar ese flagelo. Seguirá la infaltable dosis de violencia protagonizada por guerrillas, bandas criminales o criminales comunes; algún militar dirá pomposos lugares comunes. Posteriormente, las enriquecedoras secciones sobre salud, economía familiar, civismo o cualquiera de esos temas. De ahí se pasará a lo que todos esperamos, los goles del torneo local, el torneo internacional del momento, la liga española y cualquier partido donde juegue algún colombiano; incluidas las sosas y predecibles entrevistas a jugadores y técnicos. Cuando se tenga la mayor audiencia, se hará el profundo análisis político y sociológico del senador que se durmió en su silla, la falda que se puso tal congresista o el chiste de turno de alguno de los tantos lagartos de nuestro zoológico político. Para cerrar con broche de oro, dos reinas de belleza de minifalda y silicona nos hablarán de Shakira, de un par de actores de televisión o idiotas de reality, y dedicarán los últimos minutos del noticiero a publicitar la más reciente telenovela del canal.
     Y nadie nos dirá las noticias reales, las que revelen la horrible corrupción de nuestra clase dirigente y nos despierte del letargo en que yacemos; pero todos estaremos informados.

12 ene 2012

El rico y el pobre

He podido viajar un poco por Colombia. A veces voy a los destinos tradicionales y fiesteros de playa y rumba, a veces bailo en los carnavales entre pintura y folclor, y a veces me sumerjo en algunas poblaciones escondidas que apenas aparecen en los mapas y la memoria de los compatriotas. Allí; en esas poblaciones palafíticas, arrinconadas en la selva, con pisos de madera y techos de hojas; he visto otros turistas más ignorantes que yo hablar de la pobreza de esas personas.
     Entonces miro bien a esos niños que juegan felices en el barro sin necesidad de un Transformer, o nadan libres en un río limpio, o cantan rondas que nuestros abuelos olvidaron. Son muy pobres porque carecen de Barbies que les digan el tamaño correcto de su silueta o de carros a control remoto que les enseñen a correr por los prados. Los miro comer de lo que da la naturaleza a su alrededor, frutas cuyos nombres son ignorados por los ricos, pescados sazonados de maneras que los chefs desconocen. Me da lástima de ellos que no pueden comer las delicias de la civilización como hamburguesas, perros y frituras que, por costar más dinero, tienen que ser más saludables. Veo esas personas jugando dominó y escuchando música y entiendo que son pobres porque no tienen un blackberry, un televisor pantalla plana o unos zapatos de marca.
     Recuerdo a ciertos conocidos de la ciudad que trabajan catorce horas diarias para pagar un carro gigantesco que no necesitan pero del que deben alardear. Algunos ven más a sus jefes que a sus hijos. Otros empeñan el sueldo en el smartphone de moda porque no pueden ser menos que sus compañeros. Son ricos esclavos de quienes venden ropa de marca y, aunque pagan trescientos mil pesos por una camisa, no leen un libro de veinte mil pesos ni regalado y difícilmente se ven con sus amigos que no le cobran el abrazo.
     Me pregunto, quiénes son los verdaderos ricos y los verdaderos pobres?