25 mar 2011

La máxima expresión de la libertad informativa

Cuántas personas murieron bajo el infame régimen de Laureano Gómez? Cuáles son las cifras de contaminación de la bebida más vendida del mundo? Hay exmilitares nazis en Barranquilla, Montevideo o Brasilia? Qué delitos se cometieron durante el (también infame) mandato de Uribe? En otras épocas, resolver estas preguntas hubiera requerido trabajo investigativo arduo. Hoy también, claro; algún historiador, periodista o curioso debe gastar su tiempo y trabajo hallando esas respuestas. Lo que quiero decir es que el ciudadano común debía esperar a que algún programa de TV accediera transmitir esa información, o buscar en librerías y bibliotecas la publicación con los mismos datos.  A veces, simplemente no había acceso a esas producciones y ese ciudadano se quedaba con la curiosidad o, peor, la ignorancia, y simplemente creía que Laureano o Uribe habían sido grandes presidentes.
     Pero eso no existe más. Usted, en este momento, tiene ante sus ojos la mayor y más grande herramienta para la difusión de información: Internet. Lo que los investigadores publican en Nairobi, Nueva Delhi o Ramiriquí está a disposición del mundo entero. No hay que salir de casa a buscar la revista especializada o rogar para que den el programa que nos interesa, todo lo encontramos ya, en nuestro cuarto. Y, lo mejor, gratis.
     Tan maravillosa es esta herramienta, que nos proporciona la libertad que sólo se soñaba en la ciencia ficción. Cualquier hijo de vecino (como yo) puede abrir un blog para escribir sus opiniones, colgar sus fotos, videos o caricaturas y estarán, instantáneamente, al alcance de un planeta. En youtube, al lado de Verdi y Stevie Wonder, están Wendy Sulka o la niña que toca en organeta a Lady Gaga. Lo mismo se puede ver un cuadro de Magritte que la foto del perrito del vecino. Podemos leer a Umberto Eco o a Perdomo Gamboa (sugiero al primero). Y, claro, podemos acceder a la información que nos han ocultado los gobiernos, los gremios y las multinacionales. Con sólo un click podemos saber qué químicos hay en la lata de salchichas, cuántas hectáreas de Amazonía se destruyen diariamente o los delitos de ciertos gobiernos. Podemos leer el País de Madrid (España) desde Madrid (Cundinamarca) y podemos ver, sin censura, los documentales que jamás transmitirán por la televisión oficial, o evaluar las noticias que los gobiernos quieren tapar a toda costa. Wikyleaks es el último ejemplo.
     Pero, como siempre, el problema no es de flecha sino de indio; no es la herramienta sino el usuario. El mayor uso de Internet no es cultura sino pornografía (no tengo nada contra la pornografía, sólo que no creo que deba ser una prioridad). No usamos internet para ser mejores personas sino para idiotizarnos más. La trivialidad reina implacable y nos interesan más las páginas que cuentan el chisme de la celebridad de turno o venden zapatos que la que nos cuenta las atrocidades de un gobernante.
     Pero aún pienso que el futuro es promisorio. En blogs o redes sociales, además de las fotos de los borrachos de la fiesta y la canción de moda, podemos colgar información, denuncias, investigaciones que permitan a los compañeros de ciberespacio darse cuenta de las horribles tramas de nuestra sociedad. De tanto repetir, algunas mentes y actitudes se irán cambiando. Y esa libertad, inalienable, como todas, está a sólo un click de distancia. Sólo falta, como con todas las libertades, que nos decidamos a ejercerla.

16 mar 2011

Desastre

Muchos de mis amigos (casi todos, de hecho) me detestan. No porque sea odioso ni perverso, sino porque nunca pude tragarme la actitud chauvinista de defender el país a capa y espada. Acepto, y cualquiera que pierda su tiempo repetidamente leyendo este blog puede comprobarlo, que suelo ser cínico y cruel cuando critico a Colombia, pero esto no es gratis. Si lo hago es porque me duele la corrupción e indiferencia, y la única manera de calmar esa sensación es la ironía. No es la mejor, de acuerdo, pero es la única que tengo. Y dudo que haya alguien que piense que la solución a los conflictos es ocultarlos o ignorarlos. Colombia tiene problemas, y graves; pero lo primero que tiene que hacer, como los alcohólicos, es reconocerlo en lugar de autocomplacerse diciendo que somos el mejor vividero del mundo y todos esos mitos que, al esconder una realidad, eternizan una problemática.
     El ejemplo más reciente, para volver a exponer mi humanidad al escarnio público y al rincón del paria: El terremoto en Japón y su hermano tsunami asestaron un duro golpe al país nipón, nación que ha sobrevivido a desastres naturales y guerras nucleares. Tuve oportunidad de ver videos de ciudades destruidas en las que los sobrevivientes de los albergues, en perfecto orden ciudadano, esperaban su turno para recibir la ración de comida, y luego salían en escuadrones a buscar desaparecidos y rescatar cadáveres. Una nación unida y solidaria, pensé con envidia.
     Porque en nuestro último desastre natural tuve que ver en vivo y en directo el fenómeno opuesto. Tras el terremoto del eje cafetero desfilaron decenas de buses y carros con colombianos dirigidos a la zona del desastre. A buscar desaparecidos y rescatar cadáveres? No. Al saqueo. Se metían en las casas abandonadas sin importar si habría o no sobrevivientes y se robaban una licuadora, una plancha o unos pantalones. También fueron muchos más a ayudar, claro; pero que a alguien, a muchas personas, de hecho, se le ocurra despojar a los damnificados de lo poco que les quedaba es inhumano, por decir lo menos.
     Ésta es la Colombia que queremos ocultar. O, al menos, la que seguramente se contrarresta con una imagen bonita de ancianos tocando acordeón o niñas donando su domingo a los damnificados del invierno. Cuál es la verdadera?

1 mar 2011

Injusticia mediática

Cada día Colombia me desconcierta más. No sé qué adjetivo usar. Paradójico? Obtuso? Ridículo? En una semana, en Barranquilla, sucedieron dos cosas contradictorias. Primero: Al jugador Luis Moreno, que pateó una lechuza, se le vino el mundo encima por crueldad con los animales. Y al jugador Javier Flórez, que asesinó a tiros a un hincha y fue dejado en libertad, le permiten jugar en torneos nacionales.
     Vale más el escándalo de un inocente animalito que el olvido por un ser humano asesinado? O la indignación ante un homicidio sólo se presenta cuando la noticia vende? Habrá justicia para la familia del hombre muerto? Todo queda olvidado cuando se presentan excusas con los ojos llorosos? No quise patear la lechuza, sólo lanzé un puntapié hacia ella, pero no quería patearla! No quise matar al tipo, sólo disparé mi arma varias veces, pero no quería matarlo!
     Mañana habrá alguien que recuerde estos eventos? Siempre que se presenta alguna de estas canalladas se desgarran vestiduras, se dedican horas de noticieros y se derraman lágrimas de arrepentimiento. La gente sale a marchar y a protestar por lo innombrable, pero a los dos días el olvido sepulta la noticia ante el nuevo escándalo.
     Y nunca hay justicia. Donde prevalece el show y el olvido no puede haber justicia.